Estimados lectores,
Al llegar al domingo de la
Sagrada
Familia, ya estamos en medio del tiempo que suele ser los días mas anhelados y
preciosos del año. Sin embargo, el año 2020 ha sido un tiempo lleno de
dificultades y para algunas personas mucho sufrimiento. Esta vez, la lectura del
evangelio nos relata la presentación del niño Jesús en el templo. Como judíos
devotos, José y María hicieron todo lo necesario para dar culto obligatorio a
Dios “de acuerdo con lo escrito en la ley.” Sin embargo, se trata de un
acontecimiento que forma parte de la obra de Dios para redimir la humanidad. Al
mismo tiempo, se trata de un esfuerzo sencillo y sincero de la Sagrada Familia
marcado por agradecimiento y el cumplimiento autentico de la ley como expresión
de amor y confianza en Dios. Ojala que todo lo que hacemos de cumplir con las
obligaciones religiosas sea igual. Felices pascuas de la natividad del niño
Dios.
Paz y bien,
Sagrada Familia de Jesús, María y José,
año B
Lecturas: Eclesiástico 3, 3-7. 14-17 / Salmo 127 / Colosenses 3, 12-21 / Lucas
2, 22-40
Como los demás que llegaron al templo tenían un deber de cumplir, la ley tuvo
que ser obedecida. Había pasado el tiempo debido y era el momento de presentar
su hijo y consagrarlo al Señor. La Sagrada Familia hicieron todo lo necesario
hasta ofrecer dos pajaritos como ofrenda a Dios. Sin embargo, los sencillos
esfuerzos de agradecer al Autor de la Vida fueron parte de una obra hasta el
momento desconocida, la realización del plan divino y eterno en la tierra y en
el tiempo: la Salvación.
En la manera más discreta y desapercibida, fue un encuentro entre Dios Padre y
Dios Hijo. Pero no hubiera sido posible sin la cooperación de los padres de
familia del Salvador, el niño Jesús. José y María no sabían todo de lo que
estaba pasando en aquel encuentro, pero estaban convencidos de su misión de ser
padres de familia y criar y cuidar su hijo.
¿Cuántas veces hemos cumplido con las obligaciones de una índole religiosa
haciendo lo que nos exige nuestra fe y creencia y pertenencia al pueblo de Dios?
¿Cuántas veces hemos hecho semejantes deberes sin darnos cuenta del significado
profundo que forma la base de nuestras costumbres? En nuestros tiempos modernos
las tradiciones y formas de pensar de la antigüedad son visitos sospechosamente
y algunos las consideran como cosas caducadas. Sin embargo, las tradiciones
religiosas obedecen a una corriente en la naturaleza humana de buscar nuestro
verdadero propósito en la vida, una verdad que al final solo Dios puede
satisfacer. Se trata del deseo de estar en relación con nuestro Creador y
Redentor.
El buen ejemplo de San José y la Bienaventurada Virgen María de cumplir con las
exigencias de la ley es algo que no debe pasar desapercibido. No se trata de
esclavos de las obligaciones de la ley o las costumbres religiosas, sino que
están allí en el templo para dar gracias a Dios por la bendición de tener un
hijo. Así debemos entender las obligaciones religiosas. Pueden ser en sí
mismos como quehaceres, pero son como puentes entre Dios y nosotros y son
maneras de acercarnos a Él y abrirnos a su gracia.
El cumplimiento de la ley hizo posible las varias aperturas permitiendo entrar
la salvación y disponiendo el plan de Dios en la actualidad. La forma de actuar
de san José y la Madre de Dios de cumplir con sus deberes de culto y la religión
y la apertura al Espíritu Santo de parte de Simeón y Ana resultaron que cada uno
de ellos se encontraron en el lugar preciso y en el momento preciso formando la
convergencia de lo humano con el divino y abrió el espacio en la historia para
la plena manifestación del amor de Dios hacia la humanidad.
Cumplir con la ley de Dios fue la manera que les unió a los cinco en el templo,
no por casualidad sino por compromiso. Salieron ellos unidos con Dios en sus
brazos y en el cielo. Que nuestras celebraciones y apreciación de todo lo bonito
y precioso y obligatorio del tiempo de Navidad sean maneras y observancias que
nos unen en Jesucristo, niño y Salvador y nos impulsan a reconocerlo en el
prójimo.
Padre fray Charles Johnson, O.P.
